
Hubo un momento en que la primavera alumbró nuestra vida llenándola de los efluvios que engalanaban la más pura de las épocas, llegó el verano crecieron las alas y con ellas la fantasía y los sueños y...por supuesto volamos lejos del paterno hogar; avanzamos, sembramos, dimos frutos, atesoramos experiencias, más todo lo bueno y malo de la vida; crecimos. Todo lo dimos y todo recibimos. El árbol empezó a soltar las hojas del tiempo llenas de todo lo atesorado. ¡No importa lo frío y espantoso que encima se nos venga. Nos sabremos defender contra las inclemencias que llguen al final de la estación. No moriré lentamente, viviré cada momento a mi manera; no aceptaré que me quieran educar al final de mi estación ni seré invisible ante los otros. Sigo aquí y seguiré particpando. La vida sin participación no es vida. Sembré bien y es justo que recoja. Ya recojo mucho amor de los hijos y los nietos. He sido premiada con todos ellos y eso es suficiente para llegar como Pablo Neruda a decir desde ya..."Confieso que he vivido" Gracias a mi esposo, mis hijos, nietos, nueras, yerno, hermanas, sobrinas, amigos y por último aunque debía ser el primero quiero que capten como he captado a través de la vida: Que sin Dios nada es posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario