sábado, 18 de abril de 2009

Inolvidables estaciones de la vida


Hubo un momento en que la primavera alumbró nuestra vida llenándola de los efluvios que engalanaban la más pura de las épocas, llegó el verano crecieron las alas y con ellas la fantasía y los sueños y...por supuesto volamos lejos del paterno hogar; avanzamos, sembramos, dimos frutos, atesoramos experiencias, más todo lo bueno y malo de la vida; crecimos. Todo lo dimos y todo recibimos. El árbol empezó a soltar las hojas del tiempo llenas de todo lo atesorado. ¡No importa lo frío y espantoso que encima se nos venga. Nos sabremos defender contra las inclemencias que llguen al final de la estación. No moriré lentamente, viviré cada momento a mi manera; no aceptaré que me quieran educar al final de mi estación ni seré invisible ante los otros. Sigo aquí y seguiré particpando. La vida sin participación no es vida. Sembré bien y es justo que recoja. Ya recojo mucho amor de los hijos y los nietos. He sido premiada con todos ellos y eso es suficiente para llegar como Pablo Neruda a decir desde ya..."Confieso que he vivido" Gracias a mi esposo, mis hijos, nietos, nueras, yerno, hermanas, sobrinas, amigos y por último aunque debía ser el primero quiero que capten como he captado a través de la vida: Que sin Dios nada es posible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario